Este artículo resume los hallazgos que demuestran que la religión y la espiritualidad pueden tener un efecto protector sobre la salud mental. Un estudio sobre la salud de las enfermeras demostró una correlación entre la asistencia regular a un servicio religioso y niveles más bajos de depresión y suicidio. Esto puede atribuirse a que la religión fomenta comportamientos saludables, la integración social, proporciona apoyo social y aumenta el optimismo y el sentido de propósito en la vida. Además, un meta-análisis de diez estudios prospectivos con más de 136.000 participantes descubrió que tener un mayor sentido de propósito en la vida se asociaba con un menor riesgo relativo de mortalidad por todas las causas y de eventos cardiovasculares.